¿Qué es la Alimentación Emocional?
Cuando hablamos de Alimentación Emocional, hacemos mención a comer en respuesta a un estado afectivo determinado. Suele aparecer con mayor frecuencia como respuesta ante emociones negativas como pueden ser la ansiedad, la depresión, la ira, la soledad, como forma de hacer frente al afecto negativo provocado por las mismas.

Este tipo de alimentación puede llegar a convertirse en un problema para aquellas personas que la desarrollan o la ponen en práctica, ya que se estaría alimentando por un motivo emocional en vez de por una señal fisiológica de hambre.
Esto se puede reflejar en la calidad de vida de la persona y en algunos casos, puede derivar al desarrollo de obesidad, o desencadenar un Trastorno de Conducta Alimentaria.
Las emociones influyen en la alimentación
A lo largo de la vida, las personas vamos experimentando diferentes emociones, que nos van provocando distintas sensaciones y estados emocionales. Estos estados emocionales, pueden verse reflejados directamente sobre nuestra conducta. En concreto, una de las conductas donde se ven reflejadas nuestras emociones es en la conducta alimentaria con estudios científicos que lo verifican.
La intensidad con la que experimentamos una emoción, o el carácter de la emoción presente, puede influir en las ingestas que realizamos, ya que si presentamos una emoción de carácter neutro, es menos probable que ingiramos mayor cantidad de alimentos, o que nuestra alimentación se pueda ver influenciada por dicha emoción que si por ejemplo presentamos una emoción positiva o negativa. Esto puede explicarse debido a que cuando la intensidad de la emoción es elevada, podemos presentar mayor desinhibición de nuestro control alimentario.
Hay estudios que demuestran que ocurre lo mismo con el tipo de alimento que elegimos consumir cuando aparece una emoción determinada, ya que es común tener preferencia por un tipo de alimentos antes que otros. En concreto, aquellos alimentos que se relacionan estrechamente con un estilo de Alimentación Emocional, son aquellos de valor calórico alto.
Por lo que queda demostrado que la motivación que presentemos para comer, el tipo de alimento que elijamos, la frecuencia con la que comemos, cantidad, o incluso velocidad, puede verse influenciado directamente por nuestras emociones.

Trastornos de Conducta Alimentaria
Es común que un estilo de Alimentación Emocional mantenido en el tiempo desencadene en un Trastorno de atracón o bulimia.
Obesidad o atracón
Esto se explica debido a que, ante la aparición de una emoción negativa, la persona como forma de regular, disminuir el malestar y poder desconectar de sus pensamientos negativos, come sin moderación, centrando su atención en la comida en vez de en la emoción o pensamiento desagradable, como forma de evadirse, llevando a cabo un proceso de sobrealimentación.
Bulimia nerviosa
En el caso de la anorexia nerviosa, se produce el efecto contrario; se lleva a cabo un proceso de restricción de los alimentos ante la aparición de situaciones problemas, o situaciones que se escapan del control de la persona, como forma de aliviar y reducir el malestar.
Estrategias de afrontamiento implicadas en la alimentación emocional
Factores que influyen en nuestras estrategias
Nuestra forma de reaccionar, actuar y las estrategias que utilizamos para hacer frente a los diferentes acontecimientos y problemas que se van presentando a lo largo de nuestra vida, depende en gran medida de numerosos factores como son: nuestra cultura, religión, educación, raza, etc. La edad también puede ser un factor determinante, ya que es probable que un adulto disponga de más herramientas y presente estrategias de afrontamiento más adaptadas o eficaces ante un acontecimiento negativo.
Estrategias de afrontamiento activas y pasivas
Hay estudios que reflejan cómo las diferentes estrategias de afrontamiento que solemos aplicar en nuestro día a día, tienen gran relevancia en el desarrollo y mantenimiento de conductas de Alimentación Emocional. Esto mismo ocurre con los Trastornos de Conducta Alimentaria. Aquella persona que tenga un problema de Alimentación Emocional o presente un Trastorno de Conducta Alimentaria y opte por un estilo de afrontamiento activo, en el que se realicen conductas que vayan destinadas a intentar resolver el problema o la situación estresante, en vez de optar por un tipo de afrontamiento pasivo en el que reaccionaría evitando el problema o intentando huir del mismo, tendrá mayor probabilidad de que su alimentación no se vea perjudicada por el carácter de sus emociones, que aquellas que actúen pasivamente.
Por lo tanto, el tipo de estrategias que se relacionan con estos estilos de alimentación, son aquellas en las que se intentaría evitar la situación problema, es decir, aquellas de carácter evitativo. Un ejemplo de ello serían los episodios de atracones que comentábamos anteriormente, relacionándose directamente este tipo de conductas con mecanismos de evitación. También, se relacionan aquellas que están centradas en la emoción, en las que pueden estar presentes la preocupación excesiva, intranquilidad, culpa, entre otras.
El poner en práctica programas de regulación emocional, que nos permitan el llevar a cabo una mejor gestión de nuestras emociones y el trabajar en estrategias de resolución de problemas con las que la persona aprenda a manejarse de forma adecuada y poder desenvolverse mejor ante una situación de estrés o acontecimiento negativo, sería una forma de poder evitar el caer en estilos de alimentación no saludables, o en el caso de que estén ya presentes, conseguir un mejor pronóstico.

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Psicóloga General Sanitaria Colaboradora Gabinetes PsicoAbreu orientada en la corriente Cognitivo-Conductual. A lo largo de su trayectoria profesional ha trabajado en el área hospitalaria con Trastorno mental grave, Trastornos de la Conducta Alimentaria, Trastornos de ansiedad, del estado de ánimo y neurocognitivos, entre otros. Experiencia con adolescentes, adultos y mayores.