¿Le estamos dando una atención adecuada a nuestros hijos?
A lo largo del día, tendemos a prestar atención continua al comportamiento de nuestros hijos e hijas. Como madres y padres, nos preocupamos para que cumplan sus obligaciones, aprendan valores y crezcan siendo personas responsables, maduras e independientes.
Es por esto que supervisamos sus actividades, corregimos su comportamiento y nos aseguramos que realicen, lo mejor posible, sus tareas cotidianas. De esta manera, dedicamos gran parte del día, y mucho esfuerzo, en prestar atención a nuestros hijos e hijas, pero… ¿le estamos dando la atención adecuada?

La atención adecuada para nuestros hijos
Como seres sociables que somos, la atención que podemos prestar, y recibir, adquiere un poder considerable sobre nuestro comportamiento. Para comprender esto mejor le propongo un breve ejercicio.
Me gustaría que pensara en sus últimos trabajos, más concretamente en sus últimos jefes/as o supervisores. Piense sobre aquellos aspectos positivos que más le gustaban, así como aquellos aspectos más negativos. Al pensar en un buen jefe/a le vendrán a la cabeza frases como: me sentía valorado/a, me escuchaba, reconocía mi trabajo y dedicación, me tenía en cuenta…. Mientras que, ante un/a supervisor/a menos asertivo/a, las frases que le vendrán a la cabeza serán del tipo: siempre se fijaba en mis errores, no valoraba mi trabajo y dedicación, por mucho que me esforzará nunca me lo reconocía…
La manera en la que somos tratados afecta a nuestra motivación y determinará, en gran parte, la calidad de nuestro trabajo. Del mismo modo que nuestro comportamiento está determinado por el tipo de atención recibida, lo está el de nuestros hijos e hijas. Lo que es más, el tipo de interacción que tengamos con nuestro ellos definirá y fortalecerá el tipo de relación que creemos.
Nuestra atención a los comportamientos negativos
Durante el día, es muy común focalizar nuestra atención sobre aquellas conductas “erróneas” de nuestros hijos e hijas. Tendemos a centrarnos en el comportamiento negativo, aquello que deben hacer, el tiempo que tardan en hacerlo, la forma en qué lo han hecho… Siendo más propensos a obviar o ignorar sus conductas positivas, llegando incluso a realizar comentarios irónicos cuando nuestro hijo o hija se comporta bien.
Este tipo de atención negativa no es útil para conseguir nuestro propósito educativo y guiar el buen comportamiento que esperamos que nuestros hijos e hijas tengan. Puede incluso ejercer como una fuente de daño emocional y dificultar el correcto desarrollo de una relación paterno-filial positiva y de confianza.

Al igual que, como adultos, nos sentimos más valorados y motivados ante un jefe/a asertivo, que pone su atención en nuestro esfuerzo, resaltando el trabajo bien realizado. Poner nuestra atención y valorar las buenas conductas realizadas por nuestros hijos e hijas supondrá un incremento de las mismas. Lo que es más, mejorará la relación mantenida con ellos, los dotará de motivación y autosatisfacción, y les permitirá reconocer aquellas conductas positivas que, como padres y madres, aceptamos que realicen en el día a día.
¿Cómo podemos mejorar y trabajar la atención positiva?
A continuación le propongo dos simples pautas que pueden ser eficaces a la hora de prestar una atención positiva a sus hijos e hijas.
Sé consciente de cuando tu hijo/a lo hace bien
En muchas ocasiones, redirigimos el comportamiento de nuestros hijos/as indicando cuando tienen que cambiar: no corras en el supermercado, no te alejes de mí cuando estamos por la calle, ordena tu habitación, acaba tus deberes, no molestes a tu hermano, recoge tu plato de la mesa…
De esta manera estamos dando atención a aquellos comportamientos que nos gustaría que no realizaran o mejorarán. Pero… ¿Cuántas veces ha felicitado a su hijo/a por permanecer junto a usted mientras comprabais o caminabais? ¿Cuántas veces se ha parado a felicitarle por recoger sus juguetes sin necesidad de pedírselo? ¿Y por terminar sus deberes a tiempo o jugar adecuadamente con su hermano y amistades?
Seguramente el esfuerzo y la atención dedicada a su hijo/a cuando realiza una buena conducta sea menor que la dada ante comportamientos más negativos. Por ese motivo, esta primera pauta va dirigida a mejorar esa atención positiva y tratar de ser conscientes de todos aquellos comportamientos buenos que tiene su hijo/a durante el día. ¡Pille a su hijo/a siendo bueno!

Utiliza señales de aprobación
Una vez sea consciente del buen comportamiento de su hijo/a, hágaselo notar. Para ello, le propongo el uso de dos tipos de herramientas que harán que su hijo/a sepa que está de acuerdo con ese comportamiento:
- Señales no verbales. Usar el contacto físico o la comunicación no verbal es una buena manera de indicarle a nuestros hijos/as que están actuando de una manera adecuada. Un abrazo, una sonrisa o un gesto de aprobación con la mano puede ser suficiente para prestar esa atención positiva.
- Señales verbales: Estas señales no verbales pueden ir acompañadas de alguna aprobación verbal: “Me gusta cuando…”, “¡buen trabajo!”, “que bien lo que estás haciendo…”, etc. Indicar nuestra aprobación seguida de la conducta deseada puede ser una gran herramienta a la hora enfatizar el buen comportamiento de nuestros hijos e hijas.
Barkley, R.A. (1997). Defiant Children: a clinician´s manual for assessment and parent training. The Guilford Press.
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Esther Villegas Fernández, graduada en Psicología por la Universidad de Granada, continúo su formación especializándose en Psicología General Sanitaria, Psicología de la Intervención Social y Orientación Educativa.
A lo largo de su trayectoria ha trabajado diferentes trastornos y problemas psicológicos en población adulta, entre otros, problemas de ansiedad, dificultades emocionales, depresión, dependencia emocional, trastornos alimentarios, estrés, duelo… Destacando, sus años de experiencia en psicología infanto-juvenil, atendiendo problemas de conducta y emocionales, dificultades educativas, trastornos del desarrollo, problemas atencionales o pautas educativas parentales…
Ha colaborado como psicóloga en distintos servicios e instituciones como centros de protección de menores, departamentos de orientación, servicios sociales, asociaciones y clínicas de psicología. Posee experiencia y formación en Terapia Cognitivo Conductual y Terapias de Tercera Generación (Terapia de Aceptación y Compromiso).
En su trabajo adopta una perspectiva integradora, valorando y aplicando aquellas técnicas psicológicas que mejor se adapten a la situación del paciente. Desde una perspectiva centrada en la persona, abarca el ámbito personal, familiar, social y educativo/laboral para la mejora del bienestar personal y psicológico.