El síndrome del viajero eterno: ¿De qué huía Willy Fog?
Unamuno decía “se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte”, anticipando así la clave de lo que venimos a denominar el síndrome del viajero eterno. Cuando pensamos en alguien que viaja mucho solemos decir “viajas más que Willy Fog”, “tu pasaporte está más sellado que el de Willy Fog” o “tienes más peligro que Willy Fog con un bonobus”. Hacemos referencias constantes a este personaje cuando se trata de viajar sin descanso. Bien, para quien no se acuerde apenas de él o no lo conozca, voy a contaros brevemente su historia y a explicaros las curiosas causas de los viajes infinitos.

El síndrome del viajero eterno de Willy Fog
Willy Fog era un león que vivía en Londres allá por el 1872. Se presentaba como un caballero refinado, frío, cuadriculado y excéntrico al que le gustaba tener una vida relajada y rutinaria. Un día en el que acude al club de caballeros que solía frecuentar, es retado por varios socios del mismo a dar la vuelta al mundo en 80 días. Si lo consigue, gana 20.000 libras pero si fracasa, pierde la mitad de su fortuna.
Después de vivir innumerables aventuras, me alegra deciros que el león consigue ganar su apuesta y volver a Londres en el tiempo precisado. Pero cuidado, la historia no acaba aquí; en la segunda temporada de la serie, Willy es retado de nuevo a viajar al centro de la Tierra y, por si os pareciera poco, después decide recorrer 20.000 leguas de viaje submarino.
Bien, como ya conocéis a este personaje, puede que os surjan preguntas como ¿Qué le ocurrió? ¿Por qué decidió viajar así de repente alguien que se definía como tranquilo, feliz con su vida estrictamente planificada? ¿Por qué aceptó una apuesta tan absurda? Mi opinión es que Willy Fog no era tan feliz como se presentaba; había algo en él que no funcionaba.
Se trata de lo que algunos conocen como el síndrome del viajero eterno o choque cultural en el ámbito de la psicología. Hay personas que tienen una continua necesidad de viajar y conocer otros lugares; sienten que no son de ninguna parte. No se sienten parte del lugar actual, pero al volver tampoco sienten que éste es su hogar, ya no se sienten identificados con él. Les cuesta aterrizar y no están dispuestos a echar raíces en ningún lado, por lo que permanecen en una búsqueda constante.
Esto en sí no es algo negativo, pero se debe tener en cuenta que un viaje puede convertirse en una búsqueda, pero nunca en la huida de nosotros mismos.
Señales para saber si sufro el síndrome del viajero eterno
Cuando viajar se vuelve algo imprescindible en tu vida, acabas de llegar y lo primero que haces es programar tu siguiente destino, es el momento de pensar que estás huyendo de algo, y ese algo probablemente seas tú mismo.
Tienes miedo a pararte, al silencio que te da más tiempo para reflexionar y mirarte de frente, lo que hace inevitable que halles aspectos de ti mismo que te desagradan. Puedes darte cuenta de que tu vida no te gusta, de que tú no te gustas. Puedes no aceptarte y caerte mal. Temes preguntarte quién eres o en qué se ha convertido tu vida.

Si hiciéramos todo eso, no podríamos huir de nosotros mismos como haríamos en nuestra vida normal de casa al trabajo, o del trabajo al supermercado; en este camino ni pensamos ni nos dejamos sentir. Huimos de nuestros propios sentimientos.
No queremos pararnos y pensar qué es lo que no nos está haciendo felices, qué es lo que podríamos cambiar y sobre todo, cómo podríamos hacerlo. Todo ello supone haber sentido confusión, tristeza, incertidumbre, frustración y tal vez, en los peores casos, desesperanza. No queremos enfrentarnos a la realidad de nosotros mismos.
¿Siempre se relaciona con viajar?
Casi nunca estoy en casa
Este síndrome no sólo afecta a las personas que buscan viajar sin cesar, sino también a aquellos que planean actividades fuera de casa para prácticamente todos los días. Son personas que tampoco sienten que pertenecen a su hogar, no se sienten a gusto allí. No paran quietas y les asfixia pensar en la vuelta a casa. Siempre hay un plan mucho mejor que el regreso hacia ti mismo.
Estas personas nunca lo admitirán:
- Si les preguntáis cómo están os dirán que se encuentran bien
- Les preguntáis cómo pueden viajar tanto os dirán que no es tan difícil
- Si les preguntáis por qué lo hacen os contestarán que porque les gusta viajar, desestresarse y despejar la mente
- Les preguntáis si han tenido dificultades os dirán que sí pero nada del otro mundo, nada con lo que no hayan podido; todos sus viajes serán idílicos.
De hecho es así, las personas que sufren del síndrome del viajero eterno nunca os darán motivos, sólo os ofrecerán excusas. Las dificultades por las que puedan pasar de ningún modo serán suficientes para parar, no si el precio que tienen que pagar es encontrarse consigo mismos.
Cambio de hogar frecuentemente
A diferencia de estos últimos individuos que buscan constantes vacaciones y evasiones, podemos encontrarnos con un amigo, un hermano o algún conocido que cambia de hogar con frecuencia. Se mudan, cambian de trabajo y de amigos buscando dejar atrás un entorno culpable de no hacerles felices. Creen que cambiando el ambiente desaparecerán los problemas. Entonces, cuando descubren que aun cambiándolo todo siguen sin estar satisfechos con su vida, comienzan a sentir como si aquello que no funcionaba les persiguiera y hallan la verdad: lo que les sigue allá donde van haciéndoles desdichados son ellos mismos.

Cambio mi entorno y sigo con malestar
Vayan donde vayan las personas que sufren este síndrome, siempre estarán acompañados de esa identidad que tan poco les agrada. Descubren que no pueden huir de sí mismos y es en ese momento cuando les acechan los síntomas depresivos (estado de ánimo depresivo, dificultad para experimentar placer y disfrutar, apatía, fatiga, insomnio o hipersomnia, ideación suicida…).
Han mantenido una lucha constante consigo mismos culpando al entorno que les rodeaba, pero siempre siendo mínimamente conscientes de que había algo en ellos que no funcionaba y cuando no tienen más remedio que encontrarse consigo mismos perciben que no hay escapatoria. Ya no pueden huir y no encuentran la salida.
Qué nos enseña el síndrome de Willy Fog
Retomando a nuestro amigo Fog, podemos pensar que los personajes que le retaban simbolizan esa parte del león que sabe que no es feliz, que hay algo en su ambiente que no funciona y le impulsa a huir. Viaja aceptando un reto que parecía imposible.
Y ahora os hago yo la pregunta: ¿Qué supone eso para alguien que le gusta tener una vida relajada, maniática y de ideas fijas? ¿No parece extraño? ¿No da la sensación de que no va de acuerdo a su personalidad? Pues permitidme una apreciación: el reto es una excusa para huir. Cuando vuelve de su viaje, lo hace con nueva mujer y amigos, con una familia; vuelve con la vida cambiada. Quizás buscaba algo al viajar, algo que no tenía y que no se atrevía a reconocer que necesitaba.
Pero sucede nuevamente algo: un nuevo reto hacia el centro de la Tierra y acepta de nuevo, aun teniendo una familia: lo que le ocurría a Willy Fog es que seguía sin ser feliz. Sigue habiendo algo en su entorno, en el que se encuentra él mismo y no funciona: se ve impulsado a huir de sí mismo una vez más.
Desde Psicólogos Psicoabreu estamos de acuerdo en que el viajar es una buena oportunidad para buscarse a uno mismo, para saber de qué pasta estamos hechos, pero nunca para huir. Encontrarnos, conocernos y aceptarnos tal y como somos es la única manera de poder avanzar y mejorar como personas alejándonos de ese síndrome del viajero eterno que no nos conduce, curiosamente, hacia ningún lugar.
Si estamos a gusto con nosotros mismos la vida comienza a fluir, conseguimos aceptar todo lo que nos rodea y lo que nos ocurra. Nos vemos capaces de afrontar lo que venga. Y es porque sabemos que siempre estaremos acompañados de esa persona que tanto nos agrada, con la que siempre podremos contar, la que nos levanta con más fuerza cada vez que nos caemos: nosotros mismos.

Psicóloga General Sanitaria colaboradora en PsicoAbreu, experta en trastornos de ansiedad, del estado de ánimo y terapia de pareja. Experiencia trabajando adultos, adolescentes y niños, utilizando diferentes técnicas y herramientas adaptadas a las necesidades de cada paciente a través de la terapia de Análisis Integrativo en la que está especializada.